Uso prolongado de inhibidores de la bomba de protones: desde la protección gástrica hasta las repercusiones renales, nutricionales y óseas

Resumen

Introducción: Los inhibidores de la bomba de protones (IBP) se han consolidado como fármacos esenciales en el tratamiento de la úlcera péptica acidopéptica debido a su alta eficacia y seguridad a corto plazo. Sin embargo, su uso prolongado, a menudo sin indicación formal ni reevaluación periódica, ha suscitado una creciente preocupación por las posibles repercusiones sistémicas, incluyendo efectos renales, nutricionales y óseos. Objetivo: Revisar críticamente la literatura reciente sobre los efectos adversos asociados al uso prolongado de IBP, con énfasis en el impacto en la función renal, el metabolismo de micronutrientes y la salud ósea. Metodología: Se trata de una revisión narrativa con características sistemáticas, realizada en las bases de datos PubMed, Embase y Cochrane Library, complementada con una búsqueda en Google Académico. Se incluyeron estudios originales, cohortes, ensayos clínicos, revisiones sistemáticas y metaanálisis publicados entre 2018 y 2024, en portugués, inglés y español, que abordaron los resultados renales, nutricionales y óseos relacionados con el uso prolongado de IBP (≥12 semanas, con énfasis en períodos superiores a un año). Resultados: Los estudios analizados demuestran una asociación consistente entre el uso prolongado de IBP y un mayor riesgo de nefropatía intersticial aguda, disminución de la tasa de filtración glomerular, progresión a enfermedad renal crónica y, en casos específicos, enfermedad renal terminal. Desde el punto de vista nutricional, se observó una reducción en la absorción de magnesio, calcio y vitamina B12, con importantes repercusiones metabólicas y clínicas. En cuanto a la salud ósea, la literatura sugiere un mayor riesgo de osteopenia, osteoporosis y fracturas, aunque con heterogeneidad entre estudios y variación según las características poblacionales. Discusión: Los hallazgos disponibles respaldan la plausibilidad biológica de los efectos descritos, incluyendo cambios en la microbiota, inflamación renal inmunomediada, reducción de la acidez gástrica y el consiguiente deterioro de la absorción de nutrientes. A pesar de las limitaciones inherentes a los estudios observacionales, la consistencia de los resultados en diferentes contextos refuerza la hipótesis de una asociación causal. Clínicamente, estos hallazgos refuerzan la necesidad de una prescripción racional, con reevaluaciones periódicas, monitorización analítica y estrategias de desprescripción cuando sea apropiado. Conclusión: Los IBP siguen siendo esenciales en el tratamiento de la enfermedad ácido-péptica, pero su uso prolongado debe realizarse con precaución. La evidencia reciente apunta a riesgos significativos de insuficiencia renal, deficiencias nutricionales y alteraciones óseas, que requieren una monitorización clínica y analítica continua. El futuro del manejo terapéutico pasa por la prescripción individualizada, la integración multidisciplinar y el desarrollo de alternativas farmacológicas más seguras.